Perdonen que a veces aborde el caso de la escandalosa sentencia que me impuso San Martín, pero es que esta irregularidad le puede pasar a cualquiera y ya es hora de ponerle coto.
No voy a tocar esta vez esta injusticia por el
lado de la prescripción que no respetaron, ni por lo desmesurado del
fallo (básicamente por tildar de “alucinógena” una polémica candidatura)
sino para mostrarles cómo San Martín varió insólitamente su criterio
jurídico y cómo, de ser extremadamente permisivo antes con otros casos
de prensa, pasó a ser un Torquemada conmigo. Agradezco al Consejo de la
Prensa y al IPYS por la amplia casuística
sanmartiniana que me han alcanzado, preocupados por este exceso que
mañana también puede alcanzar a otros colegas. Y me comentan que mi caso
saldrá en el informe anual de la Sociedad Interamericana de Prensa,
para oprobio de algunos.
Además, la correcta práctica judicial supone NECESARIAMENTE
que un cambio así en el criterio jurídico sea fundamentado, algo que no
se dio en mi caso. “Extraño, muy extraño”, como deía la parasicóloga
Zizi Ghinea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario