jueves, 27 de junio de 2013

El Favre bueno


Esta columna está dedicada a hacer los mayores votos porque el conocido empresario avícola Julio Favre se recupere pronto de una peligrosa y feroz neumonía (y al parecer también de un deficiente cuidado médico). Julio es un tipazo, de hechos y no palabras.


Personaje de mucho coraje y con muchas ganas de hacer pronto y directamente las cosas, cualidades que son raras en este país de convenidos cortesanos pusilánimes, de miedosos e indecisos empresarios y de acomodaticios mediocres sibilinos. Julio edificó todo un imperio empresarial de la nada, generando mucho empleo y abaratando esa proteína esencial en la mesa peruana que es el pollo. También fue determinante –porque tiene de sobra lo que mucho falta aquí– en la derrota del terrorismo en todo el norte chico de Lima. Su estilo frontal al comunicarse y sus abiertas creencias políticas irritan y espantan a muchos en este aún virreinato hipócrita, donde la derecha a menudo es una avestruz cobarde que juega a ser “políticamente correcta” (como todos esos pactistas con la Villarán), el centro es una lamentable malagua caviarizada, y la izquierda no es más que un conjunto de fósiles agresivos (Tipo Sutep o ‘Destrucción Civil’ ¿Pueden creer que siguen con la iconografía de los años 20, como la hoz y el martillo, el puño en alto o el color rojo?), de falsos valores elevados a altares cuando lo que más hicieron fue dañar al país y de intelectualoides patéticamente angurrientos por el puesto público (y la embajada…). Julio ganó varias arriesgadas carreras de autos, se impuso a Sendero, hizo mucha empresa con todo en contra y derrotó hasta al inusitado dengue que le atacó. Por eso estamos confiados de que saldrá adelante de esta prueba. Ojalá hubiesen más como él aquí. ¡Esto sería otra cosa!

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