– Ayer se cumplieron 21 años del feroz atentado senderista en Tarata. Entre las secuelas existe una que me hace hervir la sangre: la leyenda que tiraron los caviares sobre que “Lima fue indiferente al terrorismo hasta Tarata” y que más de un imbécil repite para hacerse el interesante.
¡Esa es una falsedad descomunal! La ciudad ya
había sufrido una multitud de atentados, y soy un testigo vivo de la
época de cómo el terrorismo ya era la preocupación principal del limeño
promedio. Cuando escuchen ese dislate, callen al descerebrado que ose
afirmarlo.
– Me entero que el empresariado chileno está
iniciando la producción de paiche allá. Como se sabe, aquí, una
excesivamente discreta iniciativa filantrópica del grupo minero
Hochschild financió las investigaciones que condujeron a que se
descubriera cómo criar en cautiverio a esta especie, garantizando no
solo su amenazada supervivencia, sino iniciando una oferta exportable.
Los chilenos, guste a algunos o no, son muy hábiles para aprovechar las
oportunidades. Ya vimos cómo introdujeron en su escandinavoide sur a una
especie nueva como el salmón, y hoy son el segundo productor mundial.
Algo similar sucedió con la trucha, y ya exportaron casi US$3 mil
millones en 2012 entre ambos productos. Con ese expertise piscícola y
emprendimiento, no me sorprendería que eso ocurra pronto con el paiche,
que puede alcanzar los US$22 por kilo, además que allá no estará sujeto a
tallas mínimas para la venta, como pasa en la Amazonía. No nos quedemos
dormidos que, si no, los mercados mundiales pronto identificarán al
paiche con Chile y no me sorprendería escuchar oírles hablar del
“paichile, ese delicioso pez proveniente de nuestra Araucanía chilena”.
Existen vivos porque existen los tontos…
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