La ruptura de la bancada de Perú Posible muy probablemente signifique el fin de Toledo como actor político relevante en nuestro país. Si bien es cierto que en la política criolla no hay muertos (baste ver los retornos increíbles de Piérola, Leguía, Manuel Prado, Belaunde y Alan al poder), todo indica que Toledo está tan casi extinto como el pájaro Dodo.
Ser comparsa gratuita del Gobierno le
desdibujó; no hay quien no crea que la compra de su mansión de
Casuarinas no es fruto de la corrupción, y ahora asistimos a la eclosión
del único naipe que le quedaba en la baraja: su bancada. Esta, sin esos
cinco ases (y otro ‘chakano’ aún convaleciente de una pancreatitis),
queda reducida a su mínima expresión como factor de negociación
política, por lo que es presumible que el Gobierno próximamente deje de
blindarle. Esto es lógico pues sospecho que parte de la caída de Ollanta
en las encuestas fue por proteger tremendo anticuchazo.
De otro lado, tampoco se puede asegurar que
los que quedan en la bancada permanezcan así. No es un secreto que el
general Mora anda muy incómodo con la historia de Casuarinas y que el PPC,
Solidaridad y el oficialismo le andan guiñando el ojo hace rato. Es que
el gran error inicial político de Toledo fue perder a su mejor operador
congresal: Carlos Bruce. ¡Con el hábil Bruce a la batuta, esa bancada
hubiera sido otra cosa! Por lo visto, desde ayer Toledo ya fue (y la
otra lección de esto –que el PPC nunca aprendió– es que es muy mala política llevar tantos invitados en las listas congresales, pues suelen ser muy infieles).
PD: Buena noticia que Diana Álvarez Calderón
haya llegado al Ministerio de Cultura. Muy diligente, además de
comprender bien al sector privado, va a ser más efectiva que el adorno
de Baca y el poco hacendoso Peirano.
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