¿Se acuerdan cómo hace algunos pocos años los blogs se pusieron de moda y hubo hasta quien pronosticó que suplantarían a la prensa? Ahora apenas subsisten. ¿Se acuerdan de la absurda burbuja bursátil de los dotcom? No quiero menospreciar el fenómeno de las redes sociales, pero intuyo que, para variar aquí, se están sobrevaluando (como las marchitas de Jacinto Díaz).
Por eso, no creo que el Twitter sea un
fenómeno duradero; ya otra cosa lo reemplazará. Y mucho se deberá a que
uno no encuentra mensajes sustantivos, sino sandeces o insultos, por lo
que más parecieran “reses sociales” que redes sociales por lo paupérrimo
del intelecto, como los mensajes reiterativos hacia mí de Angel@Lito
0404 (valiente que pone a su madre en su avatar), Jimmyenlanada,
Timpano, LucyFer, Malu, #Danyel, Aiapaec y Brian Wilson Vade Retro, que
no pasan de insultos, inventos baratos o lugares comunes.
Por lo menos
otros –como el primitivo jardinero de Miami, la demente Pía, mi
mayordomo Gerardo, el nombre de peluquero Flavio A, el huesero El Troba,
el disparatado Jorge Zegarra V, el pintón galanazo de Hollywood Daniel
Calagua, los fracasados ‘literatos’ Hans Ruhr, Julio Cruz Merino y
Gustavo ‘Faverín’, el ‘actor’ Roberto Ysla, las esculturales Beggs, Moni
Guerra, Maga, Stephanie Saenz y Elaine Supo’, el ‘dramaturgo’ canino
Renzo García, el agresivo relacionista de Atlas Copco Carlos Soria,
Orestes Agreda (así se llama el pobre) o el pelado, soez y magaliesco
chupe de JDC– no son como estas musarañas cobardes que se refugian en
anónimos para atacar desde las sombras. A ver, pongan sus nombres. Y
reitero: no tengo Twitter, ni blog, ni Facebook, así que no hagan caso
de impostores.
PD: Mis condolencias a la familia de Julio Favre. ¡Gran pérdida!
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