No hay que negar que los apristas son unos maestros en hacer política, porque estoy casi seguro que ellos andan detrás de estas pintas a favor de la candidatura de Gastón para bajarle la llanta y complicarle.
Gastón es, desde el colegio, un viejo amigo (hasta ‘roommate’ en España. El muy pillo siempre oculta el papel que Alejandro Aspíllaga, Diego Vargas, el boliviano Manuel Suárez Ávila y este servidor jugaron para que se dedique a la gastronomía. ¡Debe ser muy poco atractivo contar que el monstruo reaccionario de Alditus te orientó en algo! ¡Qué dirían los caviares!) y sé que le gusta la política, que tiene mucha preocupación desde muy chiquillo por el país (algo inusual y encomiable), pero también es muy travieso y sospecho que, más que estar metiendo el dedo al agua para ver si esta tibia, lo que está haciendo es divirtiéndose enormemente al contemplar las reacciones nerviosas que sus mensajes suscitan entre los políticos.
Yo sí creo que Gastón debe tentar la
presidencia, pero no en 2016. Aún los políticos saturan la cancha y le
va a caer mucha bilis, amén de que está en sus mejores años laborales y
debe dedicarse a consolidar más su patrimonio familiar. A partir del
2021, cuando ya ande por los 54 años y haya dejado atrás los productivos
y vigorosos cuarenta es que podría aflojar su carrera laboral y meterse
de lleno a la política, que tanto le interesa, que de raza le viene al
galgo: su padre fue un destacado, sencillo y probo dirigente
acciopopulista, un caballero de esos que nos faltan ahora en el
Congreso.
Mi otro consejo nomás es que no se meta con
la caviarada, que va a querer coparle con sus ‘progres’ cantos de sirena
(que a Gastón medio que le gustan) y manipularle para sus intereses.
¡Allí sí la jode!
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