jueves, 20 de febrero de 2014

Por Venezuela


No podría empezar esta columna sin manifestar mi repudio a los asesinatos de universitarios en Venezuela a manos del fascismo chavismo, y mi solidaridad con la gente pensante y valiente de esa nación que no se deja sojuzgar por el imperialismo comunista cubano, que maneja al ignorante ese de Maduro y a esa sarta de indignos militares y ayayeros que lo sostienen –básicamente por corrupción–, apoyados en una oclocracia de ociosos comprados a punta de una parasitaria ‘asistencia social’.

Es increíble como un país que por décadas fue un modelo de bipartidismo democrático y aún sigue siendo uno de los principales exportadores de petróleo haya caído totalmente en manos de los hermanos Castro y que su rica economía haya tocado mínimos por ese modelo velasquista que han aplicado a rajatabla. ¡No tienen ni papel higiénico para limpiarse el poto y votan por el chavismo!

Gran lección para los peruanos: no debemos bajar la guardia ante esa serpiente que es la izquierda, venga disfrazada de campesino gemebundo, tía bacán, curita verde, político radical, caviar sofisticado, ecologista preocupado, juez sabihondo, artista posera o llorona oenegera. A esa izquierda no se le puede dar un milímetro, que en cuanto puede abre sus voraces fauces y se inserta cual parásito, para luego crecer y crecer, hasta matar al cuerpo que lo cobija. El castrismo ya ha capturado a Venezuela, Nicaragua (donde Ortega ya consiguió insertar la reelección perpetua) y Bolivia, teniendo de simpatizantes o alcahuetes a Argentina, Brasil y Ecuador. Aquí también estuvo a punto de gobernar y destrozarnos, pero salió del gobierno gracias al comunista de Gregorio Santos, al que nunca le dejaré de agradecer de haberse tumbado a Lerner y su circo, amén de que Humala vio la luz o algo así.

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