Hasta ayer creía que era un serio problema para la calidad de nuestro Legislativo que existan congresistas que apenas saben escribir. Lamentablemente, el asunto es más serio, porque ayer el 90% de los que participaron en el debate sobre Supa demostraron -si es que se tomaron el trabajo de leer antes el editorial y el artículo referidos al hecho- que muchos de ellos no tienen una adecuada comprensión de lectura.
En ambos textos advertíamos que tocábamos el tema porque nos preocupa que el bajo nivel intelectual del Congreso dañe tanto a nuestra democracia (somos uno de los países latinoamericanos que menos creemos en ella. Ver si no el Latinobarómetro) y origine que éste tenga una eterna desaprobación, y que incluso sea visto con desprecio y burla por los ciudadanos. Creemos que gente que tiene tanto poder y responsabilidades, amén de ganar más de S/.20 mil, debe tener una instrucción mínima.
Como remedio, sugeríamos que se exija un grado académico y que se instaure el voto voluntario (nos faltó agregar que se decida el fin del voto preferencial). Incluso buscamos dos opiniones contrapuestas: la del experto de Transparencia Percy Medina (a favor) y la de José Élice (en contra, porque aduce que la democracia no debe ser elitista). Y advertimos que lejos estaba de nosotros cualquier tipo de menosprecio, racismo o burla hacia Supa (aunque anticipábamos que su línea de defensa para justificar sus "horrores ortográficos" sería la victimización y acusarnos de racistas, excluyentes, etc.). Aquí para nada importaba si la escritora era rubia o andina, si era Hilaria Supa o Luciana León (y sospechamos que seguramente no habría habido esa reacción de haberse tratado de León. Incluso con ella sí que muchos colegas y caricaturistas suelen ser muy racistas, pintándola siempre como frívola y bruta sólo por ser rubia y bonita. Y nunca he visto que el Congreso proteste por eso).
Pero la cosa fue más patética de lo que pensaba. Salvo Aurelio Pastor y Martha Hildebrandt, el resto habló pura demagogia por cerca de dos horas de valioso tiempo congresal, en una demostración de espíritu de cuerpo "otoronguista" y de búsqueda de cámaras (Sasieta es la non plus ultra en eso, ya cayendo en la huachafería), lo que evidenció un paternalismo proteccionista hacia ella, como si fuera una menor de edad que no pudiera defenderse, actitud que más bien me pareció hasta racistoide.
Y particularmente, me decepcionó Guido Lombardi con eso de que se había violado la intimidad de Supa. No entiendo cómo alguien que ha sido periodista puede decir un disparate así. Parece que hubiera trabajado en otra cosa. Ellos son personajes públicos y funcionarios públicos a la vez, además de estar en el lugar más público del país, esa ágora abierta que es el Congreso. Por todo ello es que están siempre bajo la lupa de la ciudadanía y la prensa. ¿No han visto cómo la prensa inglesa fotografió unos expedientes que descuidadamente cargaba el jefe del servicio de inteligencia? ¿Acaso no se fotografió lo que escribió Fujimori en una sesión del juicio o los papelitos que se pasaban Montesinos y Wolfenson o el Blackberry de Raffo? ¿Eres o no periodista, compadre?
Y lo cortés no quita lo valiente: si he herido la sensibilidad de Supa, pues ofrezco mis disculpas. Pero el artículo está bien hecho; se han recogido opiniones opuestas, no miente, no difama, no injuria y menos discrimina. Sólo recoge una realidad: la señora escribe muy mal en castellano (y ojo que su producción legislativa es ínfima).
Y tenemos todo el derecho de cuestionar que gente sin instrucción superior esté en el Congreso. Faltaba más.
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