martes, 12 de mayo de 2009

Evo no tiene remedio

Sabían ustedes que esas bonitas ardillas que hemos visto proliferar en los últimos años por los parques limeños fueron introducidas en nuestra capital por unos vecinos que querían controlar el exceso de palomas que asolaba la ciudad? Esto porque las ardillas se alimentan básicamente de los huevos de las palomas. En lugar de venenos, un hábil control ecológico de una peste. 

Alguna salida diplomática así de ingeniosa habría que idear con Evo Morales, ese indeseable y lenguaraz ignorante que lamentablemente tenemos de líder de la vecina Bolivia. Una vez más, éste demuestra que no tiene sangre en la cara: después de haberle dado asilo a un integrante de esa banda de asesinos y secuestradores llamada MRTA (¡incluso lo tuvo de asesor!), viene ahora a reclamar por el posible cobijo que debería dársele a varios ministros del ex presidente Gonzalo Goni Sánchez de Lozada. 

Insisto en que se debería otorgar este asilo, pues allí no hubo una "matanza de lesa humanidad", como huachafamente repiten aquí los humalistas y los rojos como loros, sino la legítima defensa del gobierno constitucional de Goni ante la violenta algarada callejera que exitosamente armaron Evo y sus hordas para derrocarlo, alimentada por el anuncio de que se iba a vender gas al exterior a través de un gasoducto que pasaría por Chile (un gigantesco error político de Goni. Debió aceptar la oferta de que desemboque en nuestro puerto de Ilo). 

En realidad, lo que se tumbó a Goni fue la miopía de EE.UU. y del FMI, que meses atrás le negaron un vital préstamo, lo que lo obligó a aplicar un alto e impopular impuesto para sanear el déficit fiscal, medida que debió abortar ante una fuerte protesta. Eso debilitó tremendamente a su administración. Lamentablemente, la asonada montada por Evo tuvo éxito y Goni -pese a tratar de restablecer el orden público con mano dura (no tuvo más remedio que meter bala) frente a una enardecida y alcoholizada poblada, que desde la enorme barriada de El Alto quería saquear La Paz y capturar el poder a punta de pedradas, palos y dinamitazos- tuvo que renunciar y dejarle el poder a su vicepresidente, Carlos Mesa, hombre correcto que abandonaría también la Presidencia tras dos años, aburrido de los constantes disturbios que le armaba Evo y a pesar de contar con más del 60% de aprobación. 

Oigan, es evidente que aquí cualquier gobernante le hubiera ordenado lo mismo a las fuerzas del orden para evitar una situación de anarquía, similar a la que ocurrió el 5 de febrero de 1975 en Lima. El Estado democrático tiene el legítimo monopolio de la fuerza. Lo que pasa es que la historia la escriben los vencedores y lo que fue una reacción correcta de Goni, su gabinete y las fuerzas del orden, ahora se vende en esta Bolivia de Evo como una especie de demente masacre ordenada por un sádico gobernante. Aquí nomás tenemos ad portas una insurrección de tribus en la Selva, azuzada por ese irresponsable dirigente Pizango, los curas y varias ONG extremistas, que amenaza dejarnos sin combustibles. Y, lamentablemente, se tendrá que usar sin contemplaciones la fuerza para evitar esto. 

Curiosamente, Goni fue el partero de este actual indigenismo radical al llevar de vicepresidente al líder indígena Víctor Hugo Cárdenas e instaurar los llamados "territorios comunitarios de origen", minirrepubliquetas tribales que sembraron este clima presente en Bolivia de fraccionamiento nacional. 

Eso, unido a su error de instaurar ese mal entendido concepto demagógico del multilingüismo educativo oficial, que lo que ocasiona es que se desunan aún más las naciones todavía invertebradas como las nuestras.

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