Complementaría ese genial aserto universitario de Jaime Bayly de que "para ser rojo hay que ser bruto" con el añadido "e ignorante". Nuestros rojos, "progres", caricaturistas (tipo Álvaro) y caviares criollos demuestran a menudo que no conocen las nociones más elementales de Ciencias Políticas. Así, cualquiera que esté radicalmente en contra de las posiciones de izquierda y caviares es automáticamente un "fascista", lo que demuestra un simplón reduccionismo adolescente y universitario, digno del
lacayo humalista "Poquito" Moreno, ese terror de las féminas subordinadas. ¡Cuando Humala es el mejor ejemplo actual de un líder fascistoide en el Perú, un nuevo Sánchez Cerro pero sin un Luis A. Flores y sí un Carlos Tapia!
Hasta el supuestamente más ilustrado Beto Adrianzén -escondido humalista, por cierto- comete el despropósito de escribir un largo y falaz artículo al respecto en una pretenciosa gacetilla de circulación clandestina y nombre franchute, esa que le permite a su director Harold Forsyth sentirse algo cotizado en los cócteles y matar el tiempo mientras no hace nada con su carrera diplomática, apostando sólo a que Toledo vuelva al poder, tal como Sinesio López (este otro para volver a su chambita en la Biblioteca Nacional, donde no le molestaba que su odiado "neoliberalismo" administre el MEF mientras él cobrase puntualmente. Muy consecuente...).
A ver chicos, atiendan la clase de hoy: el fascismo se caracteriza políticamente por ser un movimiento autoritario y ultrapersonalista, que gira en torno a un jefe (aquí tenemos al "comandante"...) y a masas estructuradas en patrones militaristas, con saludos, simbologías, himnos y uniformes (esas camisetas rojas...). Aborrece el Estado demoliberal.
Su estrecha base conceptual suele ser el nacionalismo más desaforado, acompañado a menudo por el revanchismo (aquí el antichilenismo) y la nostalgia de un supuesto pasado mejor con una imperial Edad de Oro (aquí el Tawantinsuyo), a veces sazonada con conceptos confesionales (como el franquismo y el salazarismo) y a veces racistas (nazismo). Aborrece la globalización, el individualismo capitalista y el cosmopolitismo.
Recurre frecuentemente a los plebiscitos amañados. Aborrece las elecciones libres y competitivas, así como el parlamentarismo y el control constitucional. También busca remover los complejos y miedos de las masas con una demagogia populista. Aborrece el racionalismo capitalista y su frío cálculo del costo-beneficio para tomar decisiones.
Económicamente es intervencionista y estatista a ultranza, pues busca dirigir al mercado y a los agentes económicos privados según sus pautas nacionalistas y a través del Estado. Aborrece el libre mercado.
Es proteccionista y busca la autarquía, producir adentro todo lo que se necesita y sin reparar en los costos que esto genere: aborrece el libre comercio. Es paternalista en cuanto a leyes laborales (rigidez laboral, beneficios indiscriminados... Hasta se creó adrede el VW para la "clase trabajadora", como diría Gastón) y siempre se apoya en sindicatos adictos. Aborrece la flexibilidad y la movilidad laboral.
Cree también que se puede planificar la economía juntando a los diversos estamentos (capital, trabajo, profesionales, Estado) en un organismo legislativo (corporativismo). Aborrece la "destrucción creativa" del capitalismo, la libre elección del consumidor y el liberalismo económico.
Como ven, el fascismo (o la llamada "ultraderecha") se acerca mucho más al rojerío que al liberalismo (o al supuestamente existente "neoliberalismo") que este su servidor fervientemente profesa. Fascistas fueron Mussolini, Hitler, Franco, Salazar, Mosley, Nkrumah, Nasser, Perón... Fascista es Hugo Chávez y sí, también el siempre uniformado Fidel Castro, conductor de una larga dictadura militarista y nepotista. Fascista fue el APRA en sus orígenes. Fascistoide es Humala, ídolo y amo del rojo César Lévano.
Eso es fascismo, ignorantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario