lunes, 11 de mayo de 2009

Dos historias

Ustedes entienden la reacción de Nadine Heredia, tan callada por varios días, cuando descalifica al Congreso para investigarla pero luego usa una sala de ese ente -sin corresponderle y en contradicción con su argumento de que es un "tema privado"- para dar una supuesta conferencia de prensa? ¿Y le ven la lógica a una "conferencia de prensa" donde la convocante sólo lee -y mal- un papel que no explica lo cuestionado, para luego salir apurada sin responder ninguna pregunta de los periodistas, amparada en los vergonzosos codazos de sus parlamentarios? 

En fin. Y a pesar de nuestras abismales discrepancias, reconocemos que algunas frases de un reciente artículo -nada menos que en el medio humalista La Primera- de César Hildebrandt ponen el dedo en el nervio: "(...) es lamentable que la señora Nadine no pueda explicar la naturaleza de los trabajos por los que ha sido remunerada, tal como lo demuestra ayer en la entrevista, respetuosa pero severa, que le hizo el diario La República (...) O es Madre Mía y sus pasados pesares o es el reloj de lujo que se luce como si de un cursi aspirante a rico se tratara. O es este capítulo desagradable de los dineros que se reciben por escribir asesorías para un diario que no las necesitaba porque no era un diario sino una repartija publicitaria de la diplomacia de Caracas (...) Pero eso no borra ni las cuentas ni los aportes misteriosos ni las triangulaciones inexplicables ni las consultorías omniscientes de una señora que parece experta en todo pero que no aclara nada a la hora de las aclaraciones...". 

- Varios atentos lectores nos han jalado las orejas con relación a que el segundo apellido del recientemente fallecido "Marianito" Prado era Sosa. 

Su padre, víctima de la crueldad extrema del dictador Velasco, era Mariano Prado Heudebert, cuya muerte se aceleró debido a los maltratos sufridos durante el juicio que se le siguió tras la intervención estatal del grupo en 1970. Los Prado, tal como los Pardo, le dieron dos presidentes al Perú, amén de los héroes nacionales Leoncio y Grocio (aunque el padre de ambos, el presidente Mariano Ignacio Prado, fue un personaje muy polémico por su salida del país en plena Guerra del Pacífico para comprar armamento) y el destacado intelectual Javier. Quien quiera conocer más de esta singular familia puede acudir al libro El Imperio Prado: 1890-1970 (autor Felipe Portocarrero). 

A su caída, los Prado -que ya habían perdido mucho de su gran poder político y habían apostado al golpe velasquista para recuperarlo- controlaban el segundo banco más importante del país (Popular), una mina de oro (San Antonio de Poto), grandes textileras (Santa Catalina y Manufacturas del Centro), una cementera (Cementos Portland), una refinería de combustibles (Conchán), la primera aseguradora local (Popular y Porvenir), diarios (La Crónica y La Tercera), una gran cadena de cines, múltiples inmobiliarias (fueron dueños de medio Miraflores, San Isidro, Magdalena, Monterrico y La Molina). El origen de su fortuna a comienzos del siglo XX se debe a que tras la unión familiar con la adinerada familia Peña, los Prado decidieron constituir la primera empresa eléctrica limeña, que fue un negocio espectacular junto a Santa Catalina (los malhablados hablan del dinero de 1879). 

Curiosamente, el gerente general del intervenido Banco Popular fue don Santiago Diez Canseco, padre del político comunista Javier 0.5% Canseco, en una historia muy parecida a la del Banco Latino -en lugar de Cofide, entró el Banco de la Nación- que este político investigó con tanta inquina. ¡Cosas de la vida!

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