Curioso nacionalismo es el peruano (sobre todo el izquierdista y el socialconfuso de los tuiteritos). Mucha loa a Miguel Grau, el pisco sour y la gastronomía local, acompañado con un antichilenismo estridente, pero todos calladitos cuando nuestro también vecino Brasil –el país que históricamente nos ha quitado mucho más territorio.
¡Muchísimo más que Chile!– mete sus narices y
desequilibra, en un grosero intervencionismo, nuestras elecciones
generales y municipales con plata y asesores de imagen. ¡Con el mayor
descaro mandan dos veces, desde Brasilia, a un asesor como Luis Favre,
tan vinculado al partido de gobierno carioca, y los nacionalistas, junto
con la patética izquierda criolla, enmudecen! ¡Son unos sirvientes de
Brasil!
Hablando de mis amados zurdos, leo que el
grupo aranista TyD le ha cedido al Frente Amplio, esa carpa de circo que
cobija a nuestros rojos, su inscripción en el Jurado Nacional de
Elecciones (JNE) para lograr “la unidad”. Una
criollada por donde se le vea, porque aquel que firmó por determinado
partido no lo hizo para que este terminara cediendo su firma a un
tercero. No es ilegal, pero sí poco ético. Como también aquello que
ocurrió hace poco en la comuna limeña con ese gerente general de quien
varios familiares terminaron haciendo consultorías al límite del rango
exigido para licitarlas. Susana Villarán se llenaba la boca con que era
la “conciencia nacional” de la ética y la moral, pero hasta ahora no le
pide su renuncia a este caballero. Como también no es muy ético irte a
Uruguay y soltar el cuento de que fuiste un “refugiado” allá en los 80,
como hace muy poco aseguró Villarán cuando fue a Montevideo para lo que
más le gusta: recibir y dar medallitas.
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