…el dinosaurio todavía estaba allí” (Monterroso). ¿Se imaginan los líos que habrían armado hoy las ONG de DD.HH., los “progres” y los Jacinto Díaz de turno si un dictador de derechas hubiera cumplido ayer 87 años disfrutando aún del poder absoluto y oprimiendo a su gente durante largas décadas junto con su hermano?
Pues eso sucedió con Fidel Castro, y lo único
que hay en la izquierda es silencio cómplice o halagos vergonzantes. A
ese monstruo se le trata con la mayor condescendencia cuando ha sido
igual –o peor– de abusivo y criminal que Pinochet. Este fascistoide
sátrapa caribeño se limitó a ser un vasallo soviético y, luego, un
parásito de Chávez. Y su isla-cuartel no salió del azúcar, el turismo y
el puterío. Pero así es el doble rasero.
Pero dejemos las bacterias. Este 26 de julio
falleció el yanqui George Mitchell (hijo de inmigrantes griegos, su
apellido original era un impronunciable Paraskevopoulos), de cuyos
esfuerzos se generó el descubrimiento más importante en lo que va de
este siglo: el ‘fracking’. Esta es una técnica, que Mitchell logró hacer
comercial, por la cual se logra extraer gas y petróleo del esquisto
(‘shale gas’). Esto ha generado tal revolución en la energía que, en dos
años, EE.UU. ha pasado no solo de ser autosuficiente en energía, sino
que está a muy poco de volverse un exportador neto, aflojando así su
dependencia de Medio Oriente. ¡Los yacimientos más importantes están en
Texas y Nueva York! Por eso, el Henry Hub (marcador que establece el
precio del gas para EE.UU.) ha caído de US$12 BTU a menos de US$4 BTU,
y es una locura vender ahora el gas de Camisea a México. Aquí hicimos
Camisea con las justas, y Evo se quedará sentado sobre el gas boliviano
que no quiso desarrollar por demagogo y besapoto del dinosaurio…
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