martes, 1 de octubre de 2013

Valle Riestra y Chirinos Soto


Transcribo a dos destacados jurisconsultos sobre el reciente atropello del que he sido víctima:

“Una semana después de que la causa había caducado, en la mesa de partes de las Salas Penales de la Corte Suprema se levantó, por iniciativa del defensor de Mariátegui, un acta notarial para probar que el caso aún no había sido resuelto. Sin embargo, el 4 de setiembre fueron notificados con una resolución fechada el 3 de mayo. ¿Cómo se le pasó a la Sala emitir un fallo en un caso que estaba prescrito? El CPC señala que las resoluciones son nonatas hasta que son notificadas y esta lo fue el 4 de setiembre. Menudo trabajo le espera al CNM. De antemano prejuzgamos: estamos al lado de Mariátegui” (Javier Valle Riestra, ‘El caso Aldo Mariátegui’).


“Las resoluciones judiciales existen a partir del momento en que se notifican a las partes.(…) El cálculo temporal pertinente establecía que la acción quedaba prescrita el 16 de mayo y, como hasta ese día no se había expedido resolución alguna, el defensor Ghersi, ni tonto ni perezoso, se constituyó con un notario en la mesa de partes para constatar que, en efecto, no había resolución (…). Pero aquí vino la burda triquiñuela de la Sala (…) que admite que el primer proyecto de su fallo se redactó el 22 de mayo. Quiere decir que el 3 de mayo no había resolución y que, por consiguiente, la Sala falta a la verdad (…). Un proyecto no es una sentencia. Es claro, por tanto, que la sentencia no estuvo expedida el 3 de mayo. (…) Es evidente que la Sala ha faltado gravemente a sus deberes. (…) Y lo que resulta más preocupante es que esta falta de respeto a los plazos y procedimientos no sea (…) sino la consecuencia de una posible venganza del juez San Martín contra el periodista Mariátegui” (Francisco Chirinos Soto, ‘Gravísima irregularidad procesal’).


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