Entrevista en Perú 21
“Mi presencia en Perú21 la tomo con mucho agradecimiento y con entusiasmo; me gusta, así como me gusta el humor… ¡El monstruo tiene humor! (risas)”, nos dice Aldo Mariátegui.
Nos recibe en su casa con un polo que tiene el
rostro de su abuelo: José Carlos Mariátegui, un pensador de izquierda
que está en las antípodas de sus ideas. Luego, para la foto, se pondrá
un polo de la extinta Unión Soviética. Sin duda, un provocador. Para
fans y antifans, Aldo Mariátegui.
Se dice que no eres un digno representante de tu apellido…
Los apellidos no son marcas. Uno no tiene que seguir una tendencia
política por su apellido, no estamos en la Edad Media. Además, en mi
familia hay de todo: liberales, marxistas, acciopopulistas… tengo todas
las sangres políticas. Recordemos que el abuelo de José Carlos
Mariátegui, Francisco Javier Mariátegui, es el padre del liberalismo en
el Perú, un prócer de la Independencia. Entonces, podría decir que sigo
la tradición familiar. Por otro lado, cómo seguir un evangelio de los
años 20, mi abuelo (José Carlos Mariátegui) murió en 1930 y no vio el
pacto ruso-soviético, las barbaridades de Stalin, el comunismo. Estoy
seguro que, si hubiera ido a Rusia, hubiera regresado mucho más
revisionista, como regresó Haya.
¿Has leído con atención los textos de tu abuelo?
Los he mamado. En mi casa había muchos libros de izquierda. Su forma es
muy buena, están muy bien escritos, era un gran periodista.
¿Por qué no te sedujeron sus ideas?
Porque no me parecieron prácticas. Yo no creo que en la comunidad andina
haya un germen de socialismo –este un pensamiento ‘deseoso’–, tampoco
me parece que el problema del Perú era, básicamente, el problema del
indio, patinó mucho en el tema de la descentralización.
Cada hombre y su tiempo. Puesto en su época, ¿hubieses compartido sus ideas?
Yo soy un hijo de Velasco, de la ‘revolución’. Velasco fue el Chávez de este país, un Chávez sin carisma.
¿Qué es peor: ser hijo de Velasco o hijo de Fujimori?
Velasco fue más trágico, mucho más duro. Velasco se metía en el ámbito
privado; el otro era un corrupto, pero no se metía en el ámbito privado.
Lo de Fujimori no fue una dictadura sino una ‘demodura’, un gobierno
autoritario, un autoritarismo competitivo, pero guardaba ciertas formas:
había Congreso oposición; podías caricaturizarlo, criticarlo.
¿El fujimorismo fue negativo o positivo para el Perú?
Es difícil hacer un balance histórico, nosotros estamos marcados, y esa
tarea les toca a los historiadores. Su aspecto más positivo fue
desmontar el velasquismo, cambió el modelo económico, fue efectivo en la
lucha contra el terrorismo y cambió el rumbo del país. Claro, por otro
lado estaba la corrupción, los excesos de la lucha antisubversiva…
¿Qué tan carismático te sientes?
No me interesa ser simpático. No soy congresista, no me interesa ser político. Yo polarizo mucho…
Y eso te gusta…
Me parece entretenido. Yo soy genio y figura, soy así, no soy un actor. Y
yo leo a mis rivales, a los ‘angelitos’ de La República, a ‘Ernie’, a
Lévano.
Y ellos te leen con atención…
Son mi congregación más fiel (risas). Se dedican a decirme de todo.
¿Tu forma de pensar representa a muchos peruanos?
No escribo en función si represento a la gente, ni juzgo, pero sí debe
haber un grupo de gente que debe pensar como yo porque melle, pero
también debe haber gente a la que le molesta cómo pienso, pero al menos
genero polémica. Lo que pasa es que aquí hay una hegemonía, un intento
de monopolizar y asociar el pensamiento con lo políticamente correcto, y
esto no es bueno porque mata el debate y este termina castrado.
¿Eres un ejemplo de tolerancia?
Sí, mira lo que leo (y nos enseña IDL, La
República y La Primera). Soy tolerante en el sentido de que ellos
existan y compitan en las elecciones. Es una tontería que me digan
conservador: fui el primero que escribió a favor del matrimonio gay, a
favor de la legalización de la marihuana y de la eutanasia; pero esto no
me lo reconocen, más allá de puyas de algún coleguita que decía que era
gay por apoyar el matrimonio homosexual, o drogadicto por apoyar la
legalización de las drogas (risas).
Te picas rápido, ¿no?
Me saldrá lo vasco (ríe). Esto es como el colegio: cuando te pegan hay
que pegar, y la izquierda ha pegado mucho, ha sido muy dura. Nos hemos
acostumbrado a que la izquierda pegue pero ya era tiempo de ponerlos en
cintura.
¿Y la derecha no pegaba?
No, recién ahora.
¿Te llamas de derecha o liberal?
Me interesa un comino. Soy y me siento un liberal, todo mi fundamento
económico y mi actitud hacia la vida es de un liberal, si eso es ser de
derecha, lo soy, no tengo vergüenza: “Soy de derecha” (y mira al cielo).
¿Me quemé? No.
Dicen que nuestros liberales lo son en términos económicos pero no políticos…
También deberían analizar a nuestros izquierdistas. El análisis debe
ser completo. Los liberales fueron contemplativos con Fujimori por el
cambio de modelo económico, valoraron tanto la lucha contra la
subversión que le perdonaron muchas cosas. Gente como Rosa María
Palacios y Augusto Álvarez Rodrich, ídolos de la izquierda, estuvieron
metidos con el fujimorismo hasta el tuétano… y yo no. Y el fujimorismo
de Keiko no es el de su papá. Ella está tratando de entrar al mainstream
político, llevando al fujimorismo hacia sectores liberales; el
fujimorismo es un 25% del electorado, ¿qué quieres hacer con él?,
¿exterminarlo? Lo inteligente es traerlo al sistema.
¿Las confluencias entre el Apra y el fujimorismo son casuales o el Apra ya es un partido de derecha?
El Apra no es al Apra auroral, se ha movido hacia posiciones de derecha y
liberales. Y si no lo reconocen es porque ‘derecha’ aún es mala palabra
acá, y ser de izquierda tiene caché. En los 80 había dos sectores en el
clóset: los liberales y los gays (risas). ¿Tú extrañas al
‘aprocalipsis’? Que se vuelvan cuerdos es bueno.
¿Crees que Alan es cuerdo?
No soy psiquiatra, pero su posición política es cuerda.
A veces, el estar muy pegado a una ideología hace que olvidemos la realidad…
Hay que gustar el justo medio: si te vuelves un pragmático a ultranza
terminas como Fujimori o como este Gobierno. El pragmatismo soluciona
los problemas de corto plazo pero no tiene un horizonte.
¿Por qué no te gusta la izquierda?
Me gusta combatirla porque tuvo una hegemonía muy fuerte en la academia, en los medios periodísticos…
¿En verdad crees que tiene hegemonía en los medios?
Ha cambiado la cosa, pero tiene mucha fuerza en algunos colegas, la
gente de izquierda tiene cabida en los medios. Acá el periodismo es muy
entretenido. Acá hay lecturas que son un placer, las columnas están
bien, las discusiones son interesantes.
¿Cómo ves a la izquierda de fuera?
En otros países ha evolucionado. El PSOE es
muy interesante en España, Felipe González es un tipo admirable. La
izquierda chilena ha evolucionado, regresó al poder, se dio cuenta de
sus errores y su nuevo rumbo es razonable. Acá, en cambio, es un
desastre, seguimos teniendo a Patria Roja, seguimos con el puño en alto,
con esas tonterías: el entierro de Diez Canseco era patético, parecía
el entierro de Lenin, era como un viaje al pasado, no han evolucionado.
¿Susana Villarán? Está con Tierra y Libertad, Patria Roja, la gente que
la rodea es superextremista.
Entonces, no hay izquierda democrática en el Perú…
No, no la hay. La misma chica Glave parece una cubanita de centro
federado de los 70; no hay una evolución. ¿Acaso ves una
socialdemocracia bien instituida? No hay. Son patéticos.
Por el bien de la democracia, ¿no sería bueno que haya partidos de izquierda?
Que evolucionen; la izquierda peruana defiende a Chávez, a Castro; no
critican a Evo, apoyan la nueva reelección de Correa. Les falta valores
democráticos, siguen con las mismas idioteces de los 70, están
congelados.
Desde Correo hiciste campaña en contra de Humala y Villarán, pero ellos ganaron… Usos son de la guerra, vencer y ser vencidos. Está bien, ganaron.
¿Cómo tomaste sus victorias?
La de Humala, con preocupación. Felizmente, su gobierno ha resultado
bastante moderado, pero yo pensaba que se podía ir hacia el chavismo o
ser un lacayo de los brasileños. Ninguna de las cosas ha pasado, estoy
aliviado, pero podría hacer las cosas muchísimo mejor.
¿Quién está equivocado: el electorado o tú?
El electorado, evidentemente.
¿Es un ‘electarado’?
Aunque me culpen, ese término lo inventó Heduardo… Heduardo, pero es
genial y es verdad: acá, muchas veces, el ‘electarado’ vota con los
pies. En San Isidro y Miraflores ganó Villarán, entonces no me vengan a
decir que la gente vota bien.
Entonces, el peruano es un ‘electarado’…
En general, vota bastante mal: Alan no debió volver al poder después de
lo que hizo del 85 al 90; Toledo no debió ser presidente después de sus
escándalos… ¡su mujer recibía pagos de un banco!; Humala, por Dios,
después de que se descubrieron sus vínculos con Venezuela… hasta Nadine
recibía dinero de Venezuela. ¿Tú crees que en un país normal los
hubieran elegido? Acá no pasa nada.
¿Con Keiko estaríamos mejor?
Hubiera tenido serios problemas con la izquierda, tendríamos como diez
‘Congas’, le hubiera sido más difícil gobernar porque hay mucha histeria
contra ella. No sé si, a dos años, estaríamos mejor porque hubiera
habido mucha estabilidad. Claro, en el lado económico habría más
confianza, el manejo hubiera sido más ágil, pero la izquierda le habría
hecho la vida a cuadritos.
¿Te importa más la economía o la democracia?
Las dos cosas van de la mano. Una democracia sin dinero es la de los 80.
Parece que nuestros presidentes no pudieran dejar el poder con las manos limpias… Pero la corrupción es común en América Latina, en el mundo. No está bien, pero sucede.
Quienes defienden a Toledo dicen que es honesto pero desordenado…
¿Hay quienes defienden a Toledo? Que no insulten nuestra inteligencia.
Lo que ha hecho es una operación típica de lavado de dinero: socios que
no lo son, una hipoteca que no existe, un offshore, ya, pues. ¿Crees que
un banco, a los 86 años, te va a soltar tres millones así nomás? Ese
dinero apesta a pescado podrido, es una operación rara, turbia.
¿Toledo robó?
Yo no puedo afirmar eso porque, al contrario de la izquierda, yo presumo
la inocencia de la gente; mientras no se pruebe tu culpabilidad eres
inocente.
¿Crees que ya quemó su carrera política?
(Ríe). El Perú no mata a sus políticos: regresó Alan después de lo que
hizo del 85 al 90, regresó Prado, regresó Leguía, regresó Belaunde; aquí
resucita cualquiera, puede ser que mañana el ‘electarado’ elija
nuevamente a Toledo.
¿Crees que el Gobierno está haciendo todo para que Nadine sea candidata en 2016?
No sé hasta qué punto. Al Gobierno no le conviene dar la idea de que no
hay continuidad, por ese debe mostrar un candidato con posibilidades,
entonces, está jugando a esto porque no tiene otra carta, entonces,
hasta el final, y porque le conviene, va a jugar con la ambigüedad de la
candidatura de Nadine.
¿Crees que al final sea candidata?
La tentación es muy fuerte; en el Perú, hay gente que le encanta meter
el dedo en el enchufe, y es muy posible que meta el dedo en el enchufe.
¿Lourdes Flores merece ser presidenta?
No, no está a la altura del cargo.
¿Keiko?
Está evolucionando.
¿En nuestra fauna política ves a alguien que merezca ser presidente?
Debe haberlo, pero imagino que jamás lo elegiríamos (risas).
¿Qué haría que te fueras del país?
Que empiece el chavismo, no vuelvo a vivir otro Velasco, no me vuelvo a mamar otro de esos.