Aún no termino de asimilar cómo gente racional no se da cuenta que esta iné-dita buena situación económica se debe básicamente a la minería (y a una política económica cuerda) y que por eso lo que debió hacerse desde que comenzó este rally internacional en metales era fomentar a fondo la explotación de nuevos yacimientos, pues las transnacionales por la euforia estaban dispuestas a invertir sin miramientos.
Era –y aún es,
aunque en mucho menos medida– el momento exacto para correr la ola y
abrir la mayor cantidad posible de minas antes de que un movimiento
hacia la baja de precios reduzca las intenciones de inversión, la
paciencia con la burocracia y los miedos ante los costos de los retos
geológicos. Y una mayor producción minera supone un mayor ingreso de
divisas por volumen y un mayor enriquecimiento del país.
Eso era lo lógico de hacer en esos momentos.
No había que ser Einstein para percatarse que un país pobre tiene que
aprovechar al máximo las buenas rachas con lo que tiene a mano. Pero
nuestra izquierda local hizo todo para sabotear este esfuerzo, con
argumentos de toda índole: agua, ecologismo infantil, animismo,
indigenismo y hasta una supuesta reprimarización de la economía (¡como
si un país se industrializase en unos cuantos años y no necesitase
además divisas para ese esfuerzo!). Lo que siempre me he preguntado es
si hacen este tipo de actos irracionales contra el país por malvados
para joder al resto o por estupidez.
Lo primero sería por razones psicológicas,
básicamente resentimientos. Lo segundo abonaría en mi tesis de que para
ser un rojimio así tienes que tener una lesión cerebral, daño que la
neurociencia comprobará algún día. Por eso este tipo de izquierdistas
criollos serían como los leones: reyes de las bestias.
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