sábado, 7 de diciembre de 2013

Sobre educar e industrializar


– Si fuéramos un país cuerdo, ahora el tema central de toda conversación sería el desastroso resultado peruano en la internacional prueba PISA de educación.

Pero no, los asuntos más importantes en la mente de los limeños en estos días son el caso de la modelo y el futbolista, la final U-Garcilaso, las compras navideñas, la juerga por Año Nuevo o la casa de playa, mientras que los políticos en pelearse y la élite empresarial en mirarse el ombligo.


Es también como el debate congresal sobre la ley universitaria, que casi nadie comenta. Allí habría que concentrarse en la universidad pública, la cual sufragamos todos con nuestros impuestos y que son una calamidad (que la universidad privada funcione como le dé la gana, aunque allí sí ya se debe acabar toda exención fiscal para que todas paguen sus impuestos sin distinciones). Pero en la universidad pública hay que tomar ya una medida simple, revolucionaria y draconiana: acabar con la demagógica autonomía, dado que eso ha generado una situación similar a los clubes de fútbol: allí también dirigencias argolleras sin control han devaluado el producto final con manejos irresponsables, politiquería interna y pendejadas. El Ministerio de Educación debería nombrar a los rectores, regular la oferta de carreras y hasta concesionar administraciones de recursos y gestiones educativas. Ese cambio no puede ser peor que la realidad actual, donde la secundaria de un buen colegio limeño es mejor que la mayoría de las universidades públicas provincianas y San Marcos o la UNI están en nada a nivel internacional.

– Si nos quieren “industrializar”, pues empiecen bajando el impuesto a la renta manufacturero al 15% ‘flat’ y cambiando la complicada ley laboral. Sin eso, el resto es demagogia de quien no ha manejado nunca ni un chifa.

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