Los nativos selváticos deberían tener presencia en el Congreso. Una asamblea de "apus", supervisada por la ONPE, nombraría a dos representantes y éstos tendrían voz pero no voto allí (al no haber sido elegidos por sufragio; es que sería difícil implementar éste para los nativos por su dispersión en lejanas aldeas). También deberían ser dueños del subsuelo de sus comunidades para que ellos negocien la explotación de sus riquezas y se beneficien directamente de ellas.
- Junio definitivamente no es el mes favorito de este segundo gobierno de Alan García. En dicho mes ocurrieron el "Moqueguazo" (cuyo primer aniversario fue ayer) y el "Baguazo". Da bronca comprobar cómo se repitieron los mismos errores, que también se advirtieron -en menor medida- en el desalojo del bosque de Pómac (enero pasado). No se necesita ser un general para enumerar las fallas más saltantes:
1) Ministros desentendidos de los planes policiales y que empujan repentinamente a la acción. Previamente, desde el Estado no se intentó informar y convencer a la población. 2) Efectivos insuficientes frente a turbas numerosas, ideologizadas y excitadas, que acuden armados al bloqueo. 3) Estúpida prohibición del uso de armas letales en caso de ser atacados (lo mismo en Pómac). 4) Escasez de armas disuasivas no letales, como escopetas de perdigones. 5) Subestimación de la capacidad operativa y comunicacional del adversario. 6) Permitir que las radios, las ONG y los curas radicales les marquen la pauta a las hordas sin neutralizarlos antes. 7) Descoordinación en el accionar y en las comunicaciones policiales: mientras el ingenuo general Jordán negociaba en el puente de Moquegua, la Dinoes comenzó a lanzar gases sin avisarle. En Bagua empezaron el desalojo de la pista sin notificarles a los retenidos en la Estación N°6. 8) Estado Mayor desordenado en el accionar y ausente del teatro de operaciones. 9) Planes efectivos de acción que no son realizados con el plazo mínimo de 72 horas de anticipación. 10) Efectivos que se alejan en pequeños pelotones del grupo principal y son reducidos por el adversario. Esto también sucedió en Pómac. 11) No neutralización y detención previa de los líderes de las asonadas. 12) "Diálogos" con los líderes de los revoltosos para llegar a acuerdos y treguas que luego éstos no respetan.
La única diferencia entre Moquegua y Bagua es que mientras en el primer caso no se pasó de una indigna humillación policial, los uniformados en la segunda acción sufrieron bajas desmesuradas por esa increíble disposición a rendirse y entregar sus armas a turbas primitivas y enardecidas (en Pómac dos policías fueron abatidos por francotiradores). Y vale recordar estas palabras del presidente García tras el descalabro de Pómac: "(...) pienso que después de esta experiencia, en adelante la Policía tiene que ir armada y no se puede permitir que ninguna persona vaya desarmada a un acto de violencia donde es mejor ir pensando lo peor".
En suma, cualquier operación de éstas en el futuro deberá tener mayor planeamiento, orden, número de efectivos, equipamiento, anticipación, apoyo político y coordinación, amén de presencia de los jefes policiales, permiso para usar armas letales y más cojones con neuronas.
De otro lado, preocupa lo mal que han acabado los ministros del Interior en este régimen. Mazzetti cayó por las compras, mientras que LAC, Hernani y Cabanillas fueron heridos de muerte por estas debacles.
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